miércoles, 21 de diciembre de 2011

¿Dónde estabas, vida?


“La felicidad es la conciencia de la propia mejora.”

Alexander Lowen

Su lengua le devolvió el auténtico sentido de la humedad penetrante. No estaba muerta. Le pareció un milagro de advenimiento haber sentido su latir desbocado sobre los senos. Doblemente viva. Morir por esos momentos en los que se palpita con dos corazones es resucitar. Demasiado dilatado había sido el letargo en la cueva de los sacrificios baldíos, en el pasillo que sólo tiene una dirección: la certeza de la desolación. Respirar desde otra boca y ahogarse en el placer que revive. Abandonar la sentencia de muerte a cambio de un fuego enaltecido que abrasa el vientre. Dolor purificador que anuncia un otoño cálido sobre una cama deshecha. Inmortal en la ausencia de relojes y lámparas. Tiempo detenido en unos dedos sobre unos pezones. Tactos de pieles aquejadas del mal de los imanes. Lenguaje reducido a gemidos, jadeos, suspiros, caricias y salivas verdaderas. Porque el deseo no es mentiroso. ¿Dónde estabas, vida? ¿Dónde te habías escondido? Se percató de que había tirado la toalla en un ring donde únicamente ella peleaba; se percató de que se había olvidado de vivir dedicada a levantar castillos de arena sobre cimientos a base de pañuelos de papel. Ya no quería castillos, ni cimientos. Llenaría todas las cajitas de partículas de magia envueltas en sudor de amor tan fútil, inestable y brillante como la vida misma.

Beatriz sonreía y él acariciaba su sonrisa.


© Anabel


lunes, 19 de diciembre de 2011

Ser Mujer

Baño de Psyche, Frederick Leighton

Entenderlo me ha costado mucho,

toda una juventud.

Demasiado tarde para que la dicha sea larga,

sin embargo, jamás mis ajadas manos

se empacharon tanto de la libertad de serlo.

Conjugar la satisfacción en primera persona

del femenino singular y sentirse completa.

Enarbolar la bandera de la independencia

sin más mástil erecto que mi vida

por la que he partido nudos de agua dulce,

mitos, leyendas y religiones,

muebles decimonónicos y promesas incumplidas.

Seguiré partiendo mi pecho cuando la pena merezca

el calor de un beso en una noche tibia,

el semen salpicado con dedicatoria,

la sombrilla que protege mi piel,

las risas de las que más quiero.

Sin maletas para no tener qué llenar,

sin recuerdos con que arrepentirse,

sólo con flores de loto, la vista al frente

y vestida de sonrisa

aunque no sea noche de fiesta.

Por las que no lo pudieron ser

y por las que han de venir,

soy mujer.


© Anabel

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Balances (sin columpio)


Exorcizar Londres

de tu regusto en sus aceras

es el objetivo de mi regreso.


¿Cuántos días sin noches cabían en aquellas semanas?

¿Cuántas resacas sin alcohol?

¿Cuántas ojeras rendidas a la desgana?


Nunca fue mejor el tiempo perdido.

Saber que no podrá ser peor

me tranquiliza como la lluvia

de una noche de viernes en Picadilly Circus.


© Anabel


Volvemos a la carga con la segunda sesión del Ciclo de Relatos Breves en Interferencias Zaragoza. El viernes 18 a las 21:30 h nos vemos las caras y nos contamos historias.
Os esperamos.

domingo, 13 de noviembre de 2011

Je ne regrette...


Dejar de respirar,

sin oxígeno para el cerebro.

No pensar

en lo que duele,

olvidar lo que fui

y, sobre todo, lo que soy.


Ser el no ser,

efímera, liviana.

Invisible.


No te acuerdes de mi nombre,

tal vez así deje de existir

este recalcitrante pasado.


Je ne regrette rien,

mais quittez-moi,

quittez-moi, s’il vous plais.


© Anabel

viernes, 4 de noviembre de 2011

Recital poètic a Albesa

Al costat de poetes d’aquesta categoria no sé pas si me’n sortiré. Faré el que podré. Us espero en Albesa aquest dissabte a les 19:30 h.

martes, 25 de octubre de 2011

Pilar Aguarón dirige en el Interferencias Zaragoza un nuevo ciclo dedicado a la narrativa breve. Una gran iniciativa auspiciada por la AAE y en la que colaboro con gran ilusión. Este viernes 28 es la primera sesión del trimestre a las 21:30. ¡No os la perdáis!

El regalo


Para Erick Strand, sin su ayuda nada hubiera sido igual.

Cuando Ernest oyó cómo Emma cargaba la escopeta tras el mostrador entendió claramente que no le iba a dar lo que deseaba. Al menos, no por las buenas. Ladeó su sombrero a la vez que su podrida sonrisa y salió del almacén silbando.

Le había costado mucho escaparse del saloon de Sally City como para volver a probar bocas llenas de hojas de tabaco y flemas. Emma estaba harta de manos sucias, de tufo a mierda después de semanas atravesando desiertos sin una maldita gota de agua con la que lavar un sobaco. Luego se pasaba horas restregándose con la esponja enjabonada, intentando eliminar el hedor a vaca, a caballo y a hombre. Nunca lo conseguía del todo: a la mañana siguiente, aún podía percibir resquicios de mugre entre los dedos y los dientes. Los clientes eran los que mandaban; sus míseros dólares les daban derecho a hacer cualquier cosa durante unos minutos. Lo mejor era que la mayoría o estaban tan borrachos o tan cansados que se quedaban rendidos nada más tocar el colchón después de un pequeño sobeteo. Aunque siempre había excepciones, como los asiduos del pueblo que solían ser muy exigentes donde el dinero les otorgaba la autoridad que no tenían fuera de esa cutre habitación. Al principio se sentía humillada y sucia. Tras varios años, no sabía si eran cuatro o cinco, la humillación se convirtió en resignación y rutina, la suciedad nunca pudo quitársela de encima. Su orgullo se mantuvo gracias a la ralea con la que se codeaba, estaba segura de su superioridad, de su valía. El corsé se había transformado en su coraza impenetrable; las medias, en la gabardina donde se quedaban los fluidos; los tacones, en el apoyo con que mantenerse erguida ante tanta necedad. Ya no la herían, no podían hacerlo. Los miraba con desprecio y asco y ellos se reían convencidos de que eran poderosos. Ilusos. El poder no se halla en los bolsillos, sino en la cabeza y, a veces, en el corazón. Pero ¿qué sabían ellos de eso? Ni siquiera podían estampar su firma en un pagaré. Emma era capaz de huir con tan solo abrir un libro y leer; podía imaginarse mundos limpios, tan límpidos como los arroyos de la montaña donde nació. Los libros fueron los que le proporcionaron las fuerzas para abandonar esa perra vida. Los libros y Ben Wade.

Sólo se llevó los dólares, lo único que le pertenecía absolutamente: eran la muestra tangible del calvario que había tenido que soportar. Cogió prestado uno de los caballos de Richard Masterson, el dueño del saloon, y se marchó de madrugada al pueblo más próximo que tuviera estación. Allí se subió al primer tren que paró sin saber a donde se dirigía. Los hombres de Masterson la perseguirían durante unas semanas, pero si se escondía con astucia lograría esquivarlos y la darían por perdida. Una puta no vale muchos días de búsqueda y ese caballo sabía encontrar el camino de regreso al pueblo. Al llegar a Sundance City estaba agotada y hambrienta. Buscó dónde comprar comida y alojarse en un hotel, pero descartó esta última opción pues ir sin equipaje la podría delatar. Caminaba por la ajetreada calle principal, cubriéndose de polvo y de ruido, cuando vio un letrero de Se busca mozo de almacén. Pensó que podía ser una buena oportunidad. Los señores Daves eran un matrimonio mayor. Llevaban muchos años regentando la tienda que hubiera heredado su hijo Ethan si no se hubiera muerto hacía unos meses de tuberculosis. Querían a alguien que atendiera el negocio y las tareas domésticas de la vivienda situada encima. No podían ofrecer un gran sueldo, pero tampoco querían a ningún desconocido sin experiencia. Emma tuvo que utilizar sus dotes de seducción para convencerlos de dejarla una semana a prueba a cambio de alojamiento y comida. No les contó más que mentiras vagas sobre su pasado, lo único cierto que les dijo fue su nombre: Emma Nelson. Aceptaron y le enseñaron un pequeño cuarto en la parte de atrás sencillo y limpio, limpio. Se le llenaron los ojos de lágrimas. La última vez que había llorado fue en los brazos de Ben Wade.

Nunca hubiera imaginado que le costara tan poco habituarse a su nueva vida. Mucho trajín, pero Emma lo agradecía, sobre todo, porque el ambiente era relajado y los patrones se mostraban muy amables con ella. En dos meses supo demostrarles su capacidad y no sólo se encargaba de toda la limpieza, sino que también atendía a los parroquianos que compraban al por menor. De esta manera, el señor Daves se podía ocupar únicamente de los grandes pedidos y de la contabilidad, y su mujer, Nora, que carecía de buena salud, podía dedicarse a preparar la comida para los tres sin preocuparse de nada más. Le ofrecieron un sueldo de 5 dólares a la semana; Emma les propuso cobrar 3 si la dejaban quedarse a vivir en el cuarto y a comer con ellos. Su vida se había reducido a la tienda y al cuidado de la pareja. Se sentía útil, ocupada todo el día y serena. Cuando acababa la dura jornada, se preparaba un baño en un enorme barril que había adoptado. Entre tarea y tarea, leía: había encontrado un montón de libros llenos de polvo en la trastienda. Julio Verne era su vía de escape, pero también se fugaba con Huckleberry Finn y Moby Dick. Perderse entre sus aventuras le producía tanto placer como cuando se extraviaba entre los labios de Ben Wade.

Después de diez meses creyó estar a salvo. Richard Masterson ya la habría dado por desaparecida. Se sentía libre como nunca lo había sido, libre entre las maderas de esa tienda que olía a aceite y perfumes, a tabaco y especias; rodeada de telas y algodón; legumbres y encurtidos; balas y edredones. Hablaba con las gentes del pueblo a diario y les había cogido mucho cariño a los Daves. Su bañera y sus libros, lejos del pasado. Hasta que un día llegó Ernest Mulligan, un granjero que vivía a las afueras de la ciudad en su rancho destartalado. Era conocido en el pueblo por sus trifulcas cuando estaba bebido y por ser un putero empedernido. Su mujer le había entregado tres hijos y las ganas de vivir; nunca salía del rancho. Las primeras veces que entró en el comercio no se percató de la presencia de Emma, pero poco a poco, sus visitas se fueron sucediendo más asiduamente con cualquier pretexto insignificante. Emma lo atendía fríamente, aguantando sus piropos escupidos por el hueco de los dientes. Alguna vez incluso había tenido que cargar la escopeta que estaba escondida en el mostrador. El simple ruido hacía retroceder al estulto granjero y abandonaba el establecimiento. Hasta que un día, en el que iba muy borracho, entró gritando que quería ver a esa puta de Sally City. Cogió a Emma desprevenida al otro lado del mostrador, lejos del arma. Ella se asustó más ante la posibilidad de que el patrón lo hubiera escuchado que por el daño que él pudiera infligirle. Intentó recuperar las oxidadas tácticas de ramera para sacarlo del local sin que organizara más alboroto, pero Ernest venía con muchas ansias de probar lo que se escondía debajo de aquel gastado delantal. La agarró por los hombros y comenzó a babearle el cuello. Emma intentaba convencerle para que fueran a la parte de atrás, que estarían más tranquilos, pero Ernest le contestaba que nadie vendría, que ya estaba cerrando, que una zorra está acostumbrada a follar en cualquier sitio, que no se hiciera la remilgada, que sabía que lo deseaba, que él era un hombre no como ese viejo de Delmer Daves... Emma volvió a oler a vaca, a sudor, a mierda sobre piel sucia; sintió náuseas y le quemó el estómago. No le quedaba más remedio que aguantar hasta que lograra sacarlo afuera. Entonces el liberador chasquido de la escopeta cargada sonó cerca de la cabeza del agresor y se hizo el silencio durante unos segundos.

—No vuelvas a poner tus malditos pies aquí, Ernest Mulligan, si no quieres que te mate. —La voz del anciano resonó firme y templada, casi con eco.

El beodo soltó a Emma y salió tambaleante no sin antes amenazar:

—Esto no quedará así, viejo. No sólo tú te vas a beneficiar a esa furcia. Todo el mundo lo va a saber.

Emma sintió sudores fríos y le temblaron las manos. La vergüenza la enrojeció más que el pavor de haber sido descubierta. Sabía lo que tenía que hacer, no podía poner en peligro ni en evidencia a los Daves: abandonaría el pueblo, volvería a desaparecer.

—Calla, no digas eso, no te vas a ir a ningún sitio. Mulligan es un borracho y un cobarde, sobre todo, cuando va sereno. Nada nos va a hacer, nada. Vamos, vamos. Ni una palabra a Nora, no quiero que se preocupe. ¿De acuerdo?

Emma asintió un poco más reconfortada, pero intuía que era el principio del fin. Sin embargo, prefería huir de nuevo antes que regresar a la sucia oscuridad de la boca de un energúmeno. Sólo había una boca a la que regresar: a la de Ben Wade.

Llegó en el tren de las 3:10 que iba a Yuma. Y así, como si descendiera desde las mismísimas puertas del cielo, un cielo polvoriento y ardiente, apareció en el almacén de Sundance City una mañana: dejaba un rastro de fragancia a oasis. Emma lo presintió antes de verlo. Quiso escabullirse, alejarse de su anhelo prohibido hecho carne, pero ya la había visto. No tardó en reconocerla porque la última vez que estuvieron juntos le pidió que se quitara el disfraz de prostituta, que quería yacer con la niña asustada que encubría el maquillaje.

—Velvet.

—No, quiero tu nombre verdadero.

— ¡Basta! Es Velvet, ya no soy la inocente que quieres rescatar, soy Velvet, la pelirroja, la fulana más famosa de Sally City.

Ben le propinó un bofetón y acto seguido la besó apasionadamente en esa boca sin carmines rojos.

—No, esa inocente está ahí, la veo en el fondo de tus ojos verdes, en la respiración entrecortada cuando te meto la lengua, en tus manos que me aprietan como si fueran vírgenes. Quiero a esa chiquilla, es a esa a la que busco.

—Emma —susurró entre lágrimas.

—Emma, Emma... —Ben paladeó el nombre—. Me gusta mucho. Te voy a llevar conmigo, Emma, lejos de aquí. Tengo un sitio donde ir y, después de este último golpe, te vendré a buscar y nos iremos lejos a fundar nuestro propio rancho.

Le dolían sus palabras, le dolían como si un puñal le abriera las entrañas. Porque nunca había amado como lo amaba a él. Ben Wade era un asaltador de bancos, diligencias, trenes… de cualquier cosa que llevara dinero. Además, era sanguinario, conocido por su puntería y su gatillo fácil. Sin embargo, era el hombre más limpio que había conocido: nunca estuvo con ella antes de darse un baño y de perfumarse; antes de cambiarse de ropa y de ponerse su característico sombrero; antes de enjuagar sus dientes tan blancos; antes de mirarla a los ojos y decirle lo mucho que la había echado de menos. Emma agotaba sus fuerzas en no quererle; representaba su papel a la perfección, se convertía en la más puta de todas las putas, pero él no la quería así, él la quería tal y como era. Se le retorcían las tripas al pensar que amaba a un monstruo como aquel. Los pocos recuerdos que Emma tenía de sus padres eran las cartillas con las que aprendió a leer y el sentido de conciencia que le inculcaron. Y quería honrarlos.

—Emma, Emma. ¿Sabes cuánto tiempo llevo buscándote?

Emma creyó desvanecerse. Había sido un espejismo: no había logrado huir de su temor más querido.

— ¿Cómo me has encontrado? —acertó a titubear.

Sus peores temores se estaban haciendo realidad: Ernest Mulligan no supo mantener la boca cerrada y escampó que los Daves habían contratado a una puta de Sally City, donde él había parado alguna vez a comprar ganado. De prostíbulo en prostíbulo la noticia llegó a los oídos de Richard Masterson quien preparaba una cuadrilla en su busca justo en el momento en que Ben llegó al saloon para llevarse a Emma. Ben, una vez puesto al corriente de la situación por el cabreado proxeneta, no tuvo demasiados problemas para convencerle de que se olvidara de la pelirroja y de que mantuviera la boca cerrada con respecto al caballo, al fin y al cabo, lo había recuperado. Unos cuantos dólares y la mirada metálica de Ben hicieron el resto.

—Pero, entonces, todos los del pueblo saben que soy, que he sido… Ni el silencio de los Daves servirá de nada… —se quedó paralizada sin poder reprimir las lágrimas, todo se desvanecía, todo.

—Deja de llorar, pequeña Emma. ¿Qué más da ahora? Tú y yo nos vamos, podrás abandonar este pueblo de mala muerte y tener una vida mejor sin tanto trabajar. Que hasta las manos se te están agrietando —dijo estrechándolas entre las suyas.

Sentir su tacto, sus manos rudas y grandes, pero a la vez delicadas y cuidadas la trastornó. Quiso por un instante rendirse a su aroma, a la droga de sus besos y volver a temblar como una novicia envuelta en susurros de primer amor. Llegó el momento de alcanzar su paraíso particular, ordenado y limpio, solo caótico en las noches apasionadas que Ben le fuera a regalar. Un decidido sí iba a pronunciar cuando vio una pequeña gota de sangre en su chaqueta. El universo dio un vuelco.

—No, no puedo irme contigo, Ben, no puedo. Me siento culpable de amar a un alma sucia. No puedo.

Esperaba que la abofeteara, que la agarrara del brazo y la arrastrara lejos de allí. En su fuero interno deseaba que la raptara para no tener que seguir peleando contra sus sentimientos. Pero Ben sólo la miró fijamente, cogió su cara entre las manos y la besó con una delicadeza inexistente en los monstruos. Y se fue.

Emma, con un hatillo preparado, se dispuso a hablar con los dueños. Quería despedirse de ellos, darles las gracias por todo y pedirles perdón por no haberles contado la verdad. Nora le quitó el hatillo y le dijo:

—Haz el favor de no decir tonterías. Tú eres Emma Nelson y trabajas para nosotros. Todo el pueblo lo sabe. ¿Seguro que no tienes que pasar la escoba por algún sitio?

A la mañana siguiente el sol se empeñó en demostrar que podía colarse por cualquier rendija y alumbrar incluso los lugares más oscuros. Ernest Mulligan apareció muerto en el abrevadero de su rancho de un tiro limpio entre las cejas.

© Anabel

jueves, 6 de octubre de 2011

Compartir III






Hoy me toca compartir con dos Marios. Uno de ellos escribe y hace fotos, entre otras cosas, y el otro es cantautor, entre otras cosas. Encantada de compartir, Marios.

domingo, 2 de octubre de 2011

Insólita perfección

Algo nos une:

sabemos que la perfección no existe.

No buscamos el amor eterno

por la misma razón.

Sólo en nuestros ideales

la reciprocidad completa es posible.

Tal vez por ello

nunca nos sepamos ver.


©Anabel

viernes, 30 de septiembre de 2011

II Recital de narrativa SéBreve



A casi una semana vista del II Recital de narrativa SéBreve ya se pueden sacar conclusiones. Y son todas positivas. La asociación 3d3 Liter Art se ha propuesto difundir y promover la narrativa a tiro corto. El recital que celebramos el pasado sábado en el centro civico Teodoro Sánchez Punter es un ejemplo de que el movimiento se demuestra andando. En esta edición compartieron con nosotros sus relatos breves 30 escritores (el año pasado fueron 33) y el público fue, si cabe, más numeroso. Este año quisimos alargar la jornada, ya maratoniana de por sí, con una sesión matutina y presentar tres libros. La sesión se transformó en un coloquio donde el público y los autores pudieron hablar no sólo de los libros sino de filosofía, física cuántica, el valor del arte en nuestra sociedad... Una tertulia de alto nivel que no se puede disfrutar en nuestras televisiones, desgraciadamente. Para el año que viene estamos preparando... No, no voy a adelantar nada.

Reiterar mi agradecimiento a todos los participantes, a Mario Iriarte, al público que nos acompañó y un guiño muy especial a Sagrario, César y Fernando Burbano. Cinco besos a los 'plumigos' que me faltaban. Dar las gracias efusivamente a la directora del centro cívico, Mª José, por sus atenciones para con nosotros.

La promoción de la narrativa breve es tarea de todos. Nos habéis vuelto a demostrar que podemos hacerlo juntos.

Hasta el año que viene.

PD: Mi amigo y gran escritor Amando Carabias María ha elaborado una crónica exhaustiva y maravillosa de todo lo acontecido no sólo en el II Recital SéBreve, sino también durante el fin de semana. Además, en su diario, nos hace partícipes de sus emociones en un fin de semana en Zaragoza. No os lo perdáis.

Presentación Tintas Distintas



Esta tarde hará una semana. Tengo el blog abandonado y la cabeza llena de cigüeñas. Pero aún estoy a tiempo de agradecer a todos los que se desplazaron desde bien lejos y a aquellos que sólo tuvieron que coger un autobús para apoyarnos física y anímicamente en la presentación del segundo libro de 3d3 Escritores: Tintas Distintas. Fue un acto divertido, por la improvisación que nuestro editor, Luis Sanz, nos obligó a seguir y cercano: todos éramos familia.

Agradecer a Luis y Mª José su confianza ciega en nosotros. Espero que no se arrepientan y quieran que volvamos a trabajar juntos.

Y a Mario Iriarte, sus canciones. Eres ya nuestro talismán.

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Compartir II

Foto ©Mario C. R.

La música la pone DeÓscar, las letras Mario y yo, y el café, la amistad.
Gracias a los dos.

martes, 13 de septiembre de 2011

miércoles, 7 de septiembre de 2011

II Recital de narrativa SéBreve


De nuevo a la carga. 3d3 LitertArt no se para e insiste en difundir la narrativa breve. José Antonio Prades, Pilar Aguarón y una servidora volvemos a insistir y queremos compartir con vosotros nuestro amor por contar historias en un breve espacio de tiempo. Breve en el tiempo, pero grande en calidad. De momento, os dejo el cartel provisional. Ya casi lo tenemos completo, pero vamos a esperar un par de días hasta mostrar el definitivo. Esta edición nos vamos a superar. Os mantendré informados. Gracias a todos.

sábado, 20 de agosto de 2011

Asunción


Para Eli

Llora porque no es feliz. La risueña inconsciente que sólo veía alegría y diversión ha desaparecido. Ahora no es capaz de mirar al mundo con los mismos ojos. Porque ya no son los mismos, porque esos ojos han visto desiertos en el vergel que, una vez, le pareció infinito. Porque no quiere traspasar la barrera y pisar la arena caliente que puede herir sus delicados pies. Busca en el horizonte un oasis y no lo ve; teme quemarse, no llegar hasta el refugio que no puede vislumbrar desde donde se halla. Cree que nunca volverá a ser la misma, y en eso tiene razón: la inocencia, como la virginidad, se pierden sólo una vez y nunca se recuperan. Tal vez esa pérdida le sea insoportable: haber descubierto las caras más oscuras de este mundo le ha conmocionado. No estaba preparada, no esperaba que la vida fuera así y no cómo ella la sentía.

No volverá a ser la de antes, ni es necesario. No volverá a ser feliz las veinticuatro horas del día, era un espejismo. Deberá atreverse a traspasar la inhóspita frontera y aceptar que va a ser arrastrada por tormentas de arena. Deberá entender que ella será la artífice de su trascurrir vital que se construirá día a día con sus experiencias y capacidades, con los dramas cotidianos y las felicidades efímeras. También encontrará prados donde descansar y recuperar las ganas y la esperanza para continuar, aunque sea por pedregales. Que únicamente le valdrá el esfuerzo, el tesón, la capacidad de darse oportunidades y de saber perdonar. Y perderá importancia la meta, lo único que contará será resistir, será el camino.

Aún no sabe lo mucho que duele asumirlo.

©Anabel

sábado, 30 de julio de 2011

Perfect world


Me quedo en el resquicio de la quietud.

Es el silencio quien me convence.

Solo anhelo lo verdadero,

tanto me sobra.

Un recuerdo hecho brisa de montaña

y tu mirada furtiva.

¿Puede el mundo ser perfecto?

©Anabel


viernes, 29 de julio de 2011

El número 3 de la revista La Esfera Cultural


¡Ya la tenemos! El número tres de la revista La Esfera Cultural está calentito. Si las dos primeras os gustaron, esta tercera no os defraudará.

lunes, 27 de junio de 2011

Veus Anònimes




Hay que almacenar recuerdos y, a ser posible, recuerdos positivos. La tarde-noche del sábado 25 forma parte de mis recuerdos y de los mejores. Porque, cuando se hace un buen trabajo rodeado de gente generosa que sólo quiere y disfruta compartiendo, la impronta sólo puede ser positiva, tremendamente positiva.

Veus Anònimes es un programa de Radio Sabadell donde tienen cabida todos aquellos que quieren compartir sus letras. Son voces anónimas, algunas no tanto, que luchan en su vida cotidiana por no fenecer en el intento de escribir y en el esfuerzo de dejarse el pudor, por unos minutos, en casa. Lo que se consigue fácilmente pues Maribel Sánchez, la directora y conductora del programa, Patuka Flores, el alma de algodón, y Jordi Puig, el mago del sonido, logran que los invitados se olviden de que están grabando en directo y de que su voz y sus textos vuelan por las ondas.

Fue una velada inolvidable, plagada de literatura, música y amigos. Recuerdos a Anna Calero, Mayde Molina, Montse Alimón, el Payaso Manchego, Eli, Paco López, Tejedor de Sueños y, cómo no, a Patuka, Rosana, Maribel, Jordi y a todos los que durante estos nueve meses han pasado por el estudio de grabación y han realizado mucho más que un programa de radio: un proyecto donde los sueños se hacen realidad.

Me niego a pensar que hicimos el último programa. Sólo lo fue de la temporada…

De momento, os dejo la primera parte del programa. Disfrutadla.




domingo, 5 de junio de 2011

Otro hijo en camino


Porque un hijo es un hijo y, como madre, una está orgullosa de todas sus criaturas.
Así que cayéndoseme la baba estoy con este nuevo libro colectivo, escrito a tres manos con mi asociación literaria 3d3 LiterArt.

El parto ha sido toda una aventura con final feliz.

Os tendré al tanto del bautizo que será en breve.

Felicidades a mis socios: Pilar Aguarón y José Antonio Prades y, cómo no, a los editores La Fragua del Trovador.

jueves, 2 de junio de 2011

Oscurece en Edimburgo en Segovia

Para los que tengáis la suerte de vivir o estar en Segovia ya tenéis dos cosas que hacer: visitar el Acueducto y asistir a la presentación de Oscurece en Edimburgo el próximo miércoles 8 de junio a las 19:00 h en la Sala Caja Segovia, calle Carmen, número 2.

¡No os lo perdáis!

viernes, 13 de mayo de 2011

La espera


Corroe los bordes de mi existencia,

reduce mi espacio

a un tiempo infinito y denso.

Sólo un relámpago podría

romper esta campana de cristal

en mil añicos o en una felicidad efímera.

Lotería estelar de conjunción de azares.

Tal vez, juegue poco.

© Anabel

martes, 10 de mayo de 2011

Cansada

Temo haber atravesado tanto desierto

que no desee alcanzar el oasis.

No son suficientes

la promesa del agua fresca,

ni la brisa de la sombra,

ni la palmera protectora.

Tengo el tacto de la arena en la piel,

sal en la boca y en las llagas,

y la duna guarda mi silueta.

Las tormentas ya no me asustan:

cierro los ojos y espero.

Al final, todo pasa.

©Anabel


domingo, 8 de mayo de 2011

Oscurece en Edimburgo en Lleida




Le he dicho a Amando que, cuando regrese de acompañarlo a la estación, me echaría en el sofá hasta que me cayera de él. Y es que estoy cansada, me duelen los pies y esta cabeza mía ya no aguanta la madrugada mezclada con Bombay azul (a falta de Hendricks) y tantos metros de versos… Pero no puedo. Me bulle el cerebro y no es la resaca, no.

Ha sido un fin de semana intenso. Ha venido Amando y eso ya es suficiente para que estos dos días hayan sido estupendos. La IV edición del recital Vers Art ha sido otro motivo y, por si esto no bastara, Oscurece en Edimburgo se ha presentado en Lleida y en Las Palmas a la vez, y Amando ha presentado su último poemario, Versos como carne, también en les terres de Ponent. Demasiadas emociones para tan pocas horas y para un corazón que no está acostumbrado a latir tan deprisa.

A veces los elementos se alían en contra, pero en este caso ha sucedido todo lo contrario: sincronía y sinergia. Destino a favor, causalidad haciendo de las suyas y provocando que hechos muy poco probables acontezcan: presentar Oscurece en Edimburgo al mismo tiempo en la feria del libro de Las Palmas de Gran Canaria y en Lleida dentro de los actos del IV certamen del Vers Art. Si se hubiera preparado no hubiera podido salir de esta manera. Amando y yo nos hemos sentido muy arropados y hemos percibido que Oscurece en Edimburgo empieza una prometedora andadura. El público la ha acogido con curiosidad y sorpresa, con ganas de tocarla y llevársela a su casa. Esto ha sido tan solo un pequeño avance de lo que va a acaecer en la península dentro de muy poco. Y hasta allí puedo leer.

No me queda más que añadir que en esta foto en la que a simple vista sólo aparecemos Amando y yo, si os fijáis bien, asomando como críos pequeños, enredando por saludar, se puede distinguir la fuerza y el tesón de Francisco, la risa de Dácil, la ternura de Inma, el ingenio de Marcos y el cascabeleo de Ana.

Estamos los siete o ¿es que no lo veis?


Vers Art 2011



Maribel Sánchez, el alma y el motor del Vers Art





Este año, el recital Vers Art ha batido récords de participantes y de público. Parecía imposible llenar toda una jornada con presentaciones de libros, participaciones de poetas, pinturas y música, pero nada es imposible cuando Maribel Sánchez decide que ella puede. Cinco presentaciones de libros, cuatro pintores exponiendo, cuatro músicos en directo y más de cincuenta participaciones de escritores abalan un certamen que, año a año, se va consolidando y sólo con el esfuerzo privado y el amor al arte. Esta edición ha sido la primera (y ya van cuatro) que ha tenido eco en los medios de comunicación locales. Creo que a esta ciudad no le sobran actos culturales que muevan a tal cantidad de artistas y de público y, teniendo en cuenta, que el recital Vers Art se ha desarrollado en plenas fiestas de Lleida. ¿Por qué no somos capaces de valorar lo que tenemos en nuestra propia ciudad?

Enhorabuena a Maribel Sánchez y al colectivo Adictos al Verso: Vers Art 2011 ha sido todo un éxito.

miércoles, 27 de abril de 2011

De Artistas

¡Nos invaden!

Una troupe de artistas tomará el Centre Cívic de Balàfia el día 7 de mayo. Llegarán desde distintos lugares de la península (Segovia, Zaragoza, Madrid, Barcelona...) para demostrarnos que la poesía y demás artes no entienden de fronteras, que los obstáculos son mínimos cuando ellos se empeñan en unirse para compartir letras, música y pinceles.

Rendiros ante su fuerza y su savoir faire: sólo podemos unirnos a ellos y disfrutar.

¡No os resistáis!

sábado, 23 de abril de 2011

IV Edición de Vers Art


Otro año y ya van cuatro. Quién se lo iba a decir a aquellas amigas que, con más ganas que otra cosa, empezaron esta aventura. Cuatro ediciones del Vers Art por y para la poesía, pero que no cierra la puerta ni a la narrativa breve, ni a la música, ni a la pintura… Porque todo es arte y todo él tendrá cabida en el Centro Cívic de Balàfia el próximo 7 de mayo en Lleida.

Cada año se amplían las artes y se experimenta con nuevos riesgos. Éste va a ser el más variado y atrevido. Ya no es suficiente sólo una tarde, en esta edición se necesita la sesión matutina (presentación de libros), la tarde (recital de poesía) y la sesión golfa (mezcla de poesía y música). Para todos los gustos y colores. Elegid vuestra sesión y venid a acompañarnos.

¡Os esperamos!

viernes, 22 de abril de 2011

Oscurece en Edimburgo

Viernes Santo y lluvia.

Añadiría olor a libro nuevo, recién estrenado. Qué aroma tan estupendo.

Pero nada tan satisfactorio como recibir un paquete, abrirlo sabiendo qué contiene y disfrutar tocando la criatura que tan sólo era virtual unos meses atrás. Porque por mucho que una madre sepa que lo que lleva en su vientre es real, hasta que no tenga al bebé entre sus brazos será una incógnita, dolorosa si no se llegara a concretar por alguno de esos infortunios vitales. Lo sobo con fruición, paso las páginas delante de mi nariz saboreando el perfume del papel, la tinta y el esfuerzo de 7 Plumas plasmados en ese volumen.

¿Recordáis la aventura de 7Plumas? Pues ahora es tangible. Y no es que por ser virtual fuera menos real, no, pero, a los amantes del libro, la sensación que nos proporciona el soporte en papel no tiene parangón.

Ha sido una aventura que no tenía visos de convertirse en lo que al final ha resultado. Y es que, a veces, los sueños se convierten en realidad si se les rocía con polvos de fe, paciencia y esfuerzo.

Soy sólo una madre de los 7 padres que este híbrido posee. Os lo quiero presentar y compartir con vosotros este alumbramiento.

Voilà!

miércoles, 6 de abril de 2011

Perdida


Lo peor es que no me quiero encontrar.
O lo mejor.
Vagar y divagar por este bosque de cemento
donde sólo huelen a pino los ambientadores
y los semáforos me señalan órdenes
que ya no pienso cumplir.
Callejear como una perra
sin collar ni vacunas,
sin necesidad de marcar territorio
ni extender olores.
Reconcentrada como el zumo de la sabiduría
que sabe más por lo que duele que por vieja.
Recalcitrante en mis convicciones
única religión que como agnóstica ladro.
Habitada por mis pulgas, malas o buenas,
pero mías.
Me rasco donde me pica,
me lamo donde me place,
y la lluvia me moja más que nunca.
Perdida en la felicidad de lo evidente,
en el paisaje de lo tangible y
en la convicción sana de que soñar
no sale gratis.

© Anabel

martes, 29 de marzo de 2011

Compartir

Foto: @Mario C. R.

Son bonitos los inicios porque todo une. Hasta la distancia. Comenzó con un par de blogs, unos cuentos y coincidencias musicales. ¿Hace falta algo más? Compartir un café y un libro. Y la unión ya puede ser a prueba de balas de plata. Porque las noches se comparten también: chupando la esencia de las hojas escritas, rellenando otras en blanco y soñando que el relleno es mejor que el del pavo de Navidad. Es lo que tiene la noche: hace posible cualquier sueño de vampiro escritor.

¿Qué es la amistad si no compartir?

Y en eso estamos Mario y yo.


miércoles, 23 de marzo de 2011

50




Me quedo con los abriles casi marchitos

y el tacto incisivo de la experiencia concentrada

en pétalos granates, silencios azules y

el perfume limpio de la madera vieja.

Canas con reminiscencias setenteras

que echan de menos greñas protestantes,

colchones usados y sudores traslúcidos,

humos densos y licores baratos,

desde el cómodo sillón que proporciona el gin-tonic

y la distancia de saber que se fue joven antes que los hijos.

Apoyado en el respaldo de haber fracasado,

abrigado bajo la escasa manta del buen sabor de boca

de las pocas cosas que valen la pena en esta vida.

Soñar con los mismos sueños de juventud

sin anhelar realizarlos, pero sin rechazar disfrutarlos,

que la esperanza no se pierde nunca

aunque ya no se crea en ella.


50 primaveras

no son 18,

ni falta que hace.


© Anabel

martes, 15 de marzo de 2011

4ª Edición de Vers Arte


Un año más, en la ciudad de la niebla se reúnen poetas de diferentes latitudes e idiomas para demostrarnos que, a pesar de desastres naturales y otras barbaridades humanas, la poesía sigue viva. Algo bello que no hemos de olvidar ni menospreciar. Como dijo Ramón Trecet "Buscad la belleza, es la única protesta que merece la pena en este asqueroso mundo".

Así que, poetas, apuntaos si queréis participar antes del 15 de abril mandando un mensaje a adictosalverso@gmail.com

Y a los amantes de la poesía o a aquellos que quieran pasar un día rodeados de beauty pasaos por el Centro Cívico de Balàfia de esta nuestra capital de les Terres de Ponent.

¡Os esperamos!


martes, 8 de marzo de 2011

Furtivos


Era el velatorio de la tía de su madre y parientes a los que no le interesaba conocer la besaban y le daban un pésame que ella no entendía ni compartía. A Lorena le hastiaba el lugar, el olor, las sillas, las lágrimas de su madre y el asco la impregnaba completamente cuando el viudo se abrazaba a ella y a su hermana. Viejo verde que escondía su presunción debajo de un sombrero demodé. Manos largas ocultas tras besos y abrazos de familiar que enseñaba a jugar al ajedrez a las niñas sentadas sobre su regazo. ¿Quién iba a creer a dos crías que se peleaban por encerrarse en el baño para huir de las muestras del cariño del tío de Monzón? ¿Quién haría caso de las reticencias de dos nenas a dar un beso y un fuerte abrazo a un hombre que tuvo que huir a Francia porque le confundieron con un rojo? ¿Quién? Parecía un dandi añejo, daba la imagen de héroe de guerra y políglota culto, atento con las mujeres a las que siempre regalaba flores y aguas de colonia; quería para sí los honores de héroe de guerra, la pensión de España más la que se ganó en Francia y todos los culos que veía, sin importarle que fueran allegados, menores o paralíticos. Días después, la propia madre de Lorena probó la medicina del querido tío ante un testamento que estaba a punto de firmarse. Con el orgullo manoseado, aunque con la dignidad que proporciona rechazar un millón de pesetas, reunió a sus dos hijas en la cocina para decirles algo importante. No le dio tiempo:

— ¿A ti también te ha metido mano?

Una desconsolada madre se echó las manos a la cabeza.

— ¿A vosotras también?

Las dos hermanas se echaron a reír satisfechas. Desde ese momento se esfumó el mito de un galán que nunca existió, de un héroe que tuvo que huir por perseguir algo más que ideales ajenos. En la casa de Lorena nunca se supo cuánta gente fue al entierro de aquel lejano tío político.


Y en medio de este maremágnum de recuerdos uno prevalece por encima de los demás en la mente de Lorena. Un instante tan pequeño como el pecho incipiente de una chiquilla, pero intenso e indeleble como la mancha de la primera regla. Velatorio, grises, humo de velas, patas y tacones haciendo ruido. Lorena sentada y aburrida paseaba sus ojos sobre unos cuerpos que se le antojaban más muertos que el cadáver presente. De pronto, una mirada. La más impúdica de todas las que recibiría jamás. Aquella que abre la senda frondosa y virgen, peligrosa y prohibida, más excitante que los peta-zetas y que la mano en el pubis recién poblado. Más, mucho más. La mirada vehemente de un hombre sobre el cuerpo de una pequeña la cual huye de manoseos indecentes y que, sin embargo, se hubiera dejado acariciar por aquel desconocido que podría ser su padre. Él quedó más perturbado que ella, mucho más. Debió sentir el peso del deseo como si la soga de la culpabilidad le rodeara el cuello, pero esa mirada furtiva, cargada de chispas venenosas encendió a aquella niña que dejó de serlo en ese mismo momento. Pecado inconfesable en el que Lorena aún se acurruca cuando ya nada es pecado y la senda se ha convertido en un camino, a veces, intransitable.

© Anabel

miércoles, 16 de febrero de 2011

Una mirada madura


Lo iba a tener en frente la jornada entera. Paseándose de arriba a bajo, de derecha a izquierda. Con el andar cansino de los veinteañeros, propio de una mente que cree haber llegado a su máximo esplendor. Era indudable que así había sucedido con su cuerpo: proporcionado a la vez que despistado; firme a la vez que despreocupado; contundente a la vez que terso; bello, inmensamente bello. Lo miraba con el descaro propio de un cuerpo medio ajado por la experiencia, un cuerpo sediento de una carne que no se deshaga entre los dedos. Imaginó ese sudor que aún no mancha; el tacto febril de la masculinidad; el beso irreverente; el sabor del elixir de la juventud; el olor de la entrepierna velluda… Se estaba perdiendo y sólo eran las nueve. Aún quedaba mucha mañana para deleitarse con la coreografía innata de una juventud morena.

Elvira debía concentrarse en las cuentas y en los números, en teclear dígitos en la ruidosa calculadora y en introducir datos en las partidas informatizadas. Pero no podía dejar de morder el lápiz mientras la mirada se le extraviaba entre las arrugas de aquel sucio mono que, con tanta desfachatez, tapaba todo lo que le hubiera gustado ver. El teléfono interrumpe su imaginación. Regresa de golpe al olor a grasa y aceite de motor; al estruendo de los taladros y las radiales; al humo negro de los motores quemados… Sordidez. Cierra los ojos y obliga a su pituitaria a absorber el aroma de una piel desnuda que se regala a su cuerpo. Obliga a su mente a sentir la humedad en los labios, otra lengua en la boca buscando donde nadie había buscado. Obliga a la braga a restregarse contra el áspero tejido de la silla, tan gastado como ella. ¿Cuántas horas quedaban para darse una ducha reconfortante hasta arrancarse las ganas a fuerza de chorros de agua imitadores de salivas? A pesar de sus años, le podría enseñar un par de cosas y él podría revivirle todo aquello que, alguna vez, tuvo, aunque no recordara cuándo ni con quién.

— Elvira, ¿te apetece un café?

Me apetece, me apetece…

© Anabel