martes, 29 de marzo de 2011

Compartir

Foto: @Mario C. R.

Son bonitos los inicios porque todo une. Hasta la distancia. Comenzó con un par de blogs, unos cuentos y coincidencias musicales. ¿Hace falta algo más? Compartir un café y un libro. Y la unión ya puede ser a prueba de balas de plata. Porque las noches se comparten también: chupando la esencia de las hojas escritas, rellenando otras en blanco y soñando que el relleno es mejor que el del pavo de Navidad. Es lo que tiene la noche: hace posible cualquier sueño de vampiro escritor.

¿Qué es la amistad si no compartir?

Y en eso estamos Mario y yo.


miércoles, 23 de marzo de 2011

50




Me quedo con los abriles casi marchitos

y el tacto incisivo de la experiencia concentrada

en pétalos granates, silencios azules y

el perfume limpio de la madera vieja.

Canas con reminiscencias setenteras

que echan de menos greñas protestantes,

colchones usados y sudores traslúcidos,

humos densos y licores baratos,

desde el cómodo sillón que proporciona el gin-tonic

y la distancia de saber que se fue joven antes que los hijos.

Apoyado en el respaldo de haber fracasado,

abrigado bajo la escasa manta del buen sabor de boca

de las pocas cosas que valen la pena en esta vida.

Soñar con los mismos sueños de juventud

sin anhelar realizarlos, pero sin rechazar disfrutarlos,

que la esperanza no se pierde nunca

aunque ya no se crea en ella.


50 primaveras

no son 18,

ni falta que hace.


© Anabel

martes, 15 de marzo de 2011

4ª Edición de Vers Arte


Un año más, en la ciudad de la niebla se reúnen poetas de diferentes latitudes e idiomas para demostrarnos que, a pesar de desastres naturales y otras barbaridades humanas, la poesía sigue viva. Algo bello que no hemos de olvidar ni menospreciar. Como dijo Ramón Trecet "Buscad la belleza, es la única protesta que merece la pena en este asqueroso mundo".

Así que, poetas, apuntaos si queréis participar antes del 15 de abril mandando un mensaje a adictosalverso@gmail.com

Y a los amantes de la poesía o a aquellos que quieran pasar un día rodeados de beauty pasaos por el Centro Cívico de Balàfia de esta nuestra capital de les Terres de Ponent.

¡Os esperamos!


martes, 8 de marzo de 2011

Furtivos


Era el velatorio de la tía de su madre y parientes a los que no le interesaba conocer la besaban y le daban un pésame que ella no entendía ni compartía. A Lorena le hastiaba el lugar, el olor, las sillas, las lágrimas de su madre y el asco la impregnaba completamente cuando el viudo se abrazaba a ella y a su hermana. Viejo verde que escondía su presunción debajo de un sombrero demodé. Manos largas ocultas tras besos y abrazos de familiar que enseñaba a jugar al ajedrez a las niñas sentadas sobre su regazo. ¿Quién iba a creer a dos crías que se peleaban por encerrarse en el baño para huir de las muestras del cariño del tío de Monzón? ¿Quién haría caso de las reticencias de dos nenas a dar un beso y un fuerte abrazo a un hombre que tuvo que huir a Francia porque le confundieron con un rojo? ¿Quién? Parecía un dandi añejo, daba la imagen de héroe de guerra y políglota culto, atento con las mujeres a las que siempre regalaba flores y aguas de colonia; quería para sí los honores de héroe de guerra, la pensión de España más la que se ganó en Francia y todos los culos que veía, sin importarle que fueran allegados, menores o paralíticos. Días después, la propia madre de Lorena probó la medicina del querido tío ante un testamento que estaba a punto de firmarse. Con el orgullo manoseado, aunque con la dignidad que proporciona rechazar un millón de pesetas, reunió a sus dos hijas en la cocina para decirles algo importante. No le dio tiempo:

— ¿A ti también te ha metido mano?

Una desconsolada madre se echó las manos a la cabeza.

— ¿A vosotras también?

Las dos hermanas se echaron a reír satisfechas. Desde ese momento se esfumó el mito de un galán que nunca existió, de un héroe que tuvo que huir por perseguir algo más que ideales ajenos. En la casa de Lorena nunca se supo cuánta gente fue al entierro de aquel lejano tío político.


Y en medio de este maremágnum de recuerdos uno prevalece por encima de los demás en la mente de Lorena. Un instante tan pequeño como el pecho incipiente de una chiquilla, pero intenso e indeleble como la mancha de la primera regla. Velatorio, grises, humo de velas, patas y tacones haciendo ruido. Lorena sentada y aburrida paseaba sus ojos sobre unos cuerpos que se le antojaban más muertos que el cadáver presente. De pronto, una mirada. La más impúdica de todas las que recibiría jamás. Aquella que abre la senda frondosa y virgen, peligrosa y prohibida, más excitante que los peta-zetas y que la mano en el pubis recién poblado. Más, mucho más. La mirada vehemente de un hombre sobre el cuerpo de una pequeña la cual huye de manoseos indecentes y que, sin embargo, se hubiera dejado acariciar por aquel desconocido que podría ser su padre. Él quedó más perturbado que ella, mucho más. Debió sentir el peso del deseo como si la soga de la culpabilidad le rodeara el cuello, pero esa mirada furtiva, cargada de chispas venenosas encendió a aquella niña que dejó de serlo en ese mismo momento. Pecado inconfesable en el que Lorena aún se acurruca cuando ya nada es pecado y la senda se ha convertido en un camino, a veces, intransitable.

© Anabel